miércoles, 7 de diciembre de 2016

Empresas de EEUU pueden influir en eliminar el bloqueo a Cuba, dice Stiglitz


LA HABANA.- El Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, expresó hoy aquí que mientras más empresas estadounidenses aprecien posibilidades de hacer negocios en Cuba, habrá mayor influencia para que el Congreso de la nación norteña elimine el bloqueo. 

Durante una conferencia magistral impartida en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, Stiglitz apuntó que el presidente estadounidense, Barack Obama, adoptó medidas con el fin de flexibilizar el cerco económico, comercial y financiero impuesto por Washington a la isla hace más de medio siglo.

Recordó que pese a ello persiste el bloqueo, al tiempo que insistió en la importancia de estar consciente de la política económica de Estados Unidos.

El especialista reconoció las inversiones realizadas por la isla en sectores como educación y salud, un mérito en relación con otros países.

A su juicio, la mayor de las Antillas tiene un recurso inagotable en el sol, lo cual es de gran importancia para el desarrollo de las energías renovables, en la disminución de la dependencia del petróleo y en la creación de empleo.

Sobre la actual coyuntura mundial, explicó que en el mundo se lleva a cabo una transformación de la economía industrial a la de los servicios, una era de aprendizaje basada en la innovación.

En su opinión, para lograr una economía sana se requiere equilibrio entre la constancia macroeconómica, el pleno empleo y el progreso tecnológico.

Estos son tiempos difíciles con grandes desafíos para todos los países del planeta. Definir el camino a tomar en el futuro exigirá apertura y creatividad, la posibilidad de desempeñar una estrategia de desarrollo que garantice un crecimiento económico que signifique prosperidad para todos, concluyó Stiglitz.

El premio Nobel estadounidense se encuentra aquí invitado por la Asociación Nacional de Economistas de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior y de Inversión Extranjera.


Las nuevas tecnologías


Las nuevas tecnologías, la globalización y la integración de los procesos productivos están cambiando hoy el mundo, según Stiglitz

Ha habido cambios muy importantes en los modos de producción y en las cadenas de suministros, cuya consecuencia están en la fragmentación productiva, precisó además el académico en un intercambio con profesionales de la economía, efectuado en el capitalino Hotel Nacional.

De acuerdo con Stiglitz, uno de los problemas de estas transformaciones es que las utilidades se acumulan en las empresas y los dueños de las cadenas productivas. Otros avances, como los operados en la esfera energética y la biotecnología, también están modificando la forma de producir, sostuvo.

Recordó como antecedentes de la actual crisis económica que el período de 1989-2008 era la época de oro del 'capitalismo a lo americano', etapa en que Estados Unidos emergió como única superpotencia tras desaparecer la Unión Soviética.

Se interpretó lo ocurrido como éxito de la economía de mercado y surgieron políticas como el Consenso de Washington y otras aceptadas por América Latina, las cuales provocaron mayor pobreza y desigualdad.

Luego, en un segundo periodo 2008-2016, la crisis financiera dejó claro que el capitalismo a lo americano tenía problemas muy graves.

Los crecientes niveles de pobreza y exclusión esclarecieron que el Consenso de Washington no funcionó, lo cual fue reconocido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), que entonces comenzaron a hablar de temas inusitados para ellos, como por ejemplo, la necesidad de que se ejerciera control sobre los capitales.

En este período escribí el libro El precio de la desigualdad, donde expliqué el porqué y las consecuencias de esa inequidad. Por entonces el New York Times, el periódico más influyente en Estados Unidos, empezó a escribir sobre lo que ocurría en el país. Creció el descontento y un candidato como Donald Trump salió triunfante en las recientes elecciones presidenciales.

Un ejemplo de la magnitud de la crisis es que el salario mínimo en la nación norteña descendió al mismo nivel de 60 años atrás, agregó.

También era imprevisible el descontento tan grande en la población, malestar que se reflejaba fundamentalmente en los países en desarrollo, pero incluso más tarde también en los ricos. Tanta gente descontenta hizo que surgiera la interrogante de qué sucedía en el mundo.

En opinión del Premio Nobel (2001), los mercados constituyen la única vía en que se puede tener éxito económico, pero cuando sus normativas no funcionan los frutos del crecimiento van a parar a unos pocos. El mercado y el Producto Interno Bruto son medios para lograr un fin, y no un objetivo, aseveró.

Entre el auditorio se encontraban economistas como Juan Triana, José Luis Rodríguez, Fidel Vascos y otros profesionales cubanos de esta disciplina, así como Carlos Quenan y Luciano Vasapollo, de la Universidad La Sorbona y La Sapienza, respectivamente, algunos de los cuales formularon preguntas, una de ellas acerca de sería conveniente para Cuba incorporarse al FMI y el BM.

Stiglitz respondió afirmativamente, sobre todo en el BM y el Banco Interamericano de Fomento, que incluyen el desarrollo de infraestructuras. El FMI ha cambiado mucho desde que yo era vicepresidente del BM. Es importante escuchar a estas instituciones, pero no tienes que hacer lo que te digan, alertó.

El premio Nobel estadounidense se encuentra aquí invitado por la Asociación Nacional de Economistas de Cuba y el Ministerio del Comercio Exterior y de Inversión Extranjera.

Perdimos Cuba y no queremos recuperarla / Manuel Campo Vidal *

Aunque Fidel Castro no tenía ya poderes ejecutivos desde 2006 nadie duda de que su desaparición física acelerará los cambios en Cuba. Es el gran momento de los cubanos pero también lo es para las inversiones extranjeras que entiendan el país y su proceso de transición. Nadie mejor situado que España para un desembarco ordenado y respetuoso. El problema es que España no está, aunque se le espera. 

El Gobierno de Rajoy se limitó a enviar al rey Juan Carlos a las exequias, por cierto más discretas que las de Hugo Chávez en Venezuela. Curioso resulta que la otra representación política procedente de España era una delegación de la CUP independentista catalana y Arnaldo Otegui que no pudo llegar porque los norteamericanos no permitieron que sobrevolara su país, camino de La Habana. El currículo de militante de ETA y después de mentor de Batasuna no prescribe en algunos archivos. Todo eso sumado transmitió una impresión más bien pobre: a España no le interesa Cuba, ex colonia perdida en 1898, junto con Filipinas, generando una larga década de pesimismo en el país.

«Es un asunto en el que España tiene que manifestar su audacia y su capacidad de política exterior porque nuestro país no puede renunciar a Cuba sin más; lo que pasa es que aquí la política exterior cuenta muy poco», declaró Antonio Garrigues Walker en la escuela de negocios Next IBS. «Para mí, España es, después de Gran Bretaña, el país que debería tener más derechos y posibilidades de ejercer una política exterior con Estados Unidos», añadió Garrigues.

Hombre bicultural, como indican sus apellidos, y patrono de honor de la Fundación España-Estados Unidos, Garrigues Walker estima que «Trump, que llegaba con imagen revolucionaria y radical, ya se ha dado cuenta que el poder educa y modera mucho. Y por lo tanto no podrá hacer ni la mitad de lo que ha dicho».
Puede ser la hora de España en Cuba pero, tan cierto es que se perdió aquel territorio, como que no parece haber demasiado interés por recuperarlo comercial y económicamente. Los dirigentes de segundo nivel en el Gobierno de la Habana preguntan a los españoles que entran en la isla si desembarcarán para tomar posiciones. «Preferimos que la modernización venga de la mano de España que de los Estados Unidos», confesaba hace tres semanas una responsable de área ministerial a unos profesores de la Universidad de Córdoba que llevan algunos años de cooperación. 

El problema de fondo es que los Gobiernos españoles desde Felipe González, o se desentendieron de la política exterior, o simplemente se alinearon con todas las consecuencias: Aznar a lo que dijera Bush y Zapatero a cualquier cosa al revés de lo que hizo Aznar. No es un secreto que Rajoy no se apasiona por la vida internacional (más allá de su relación con Angela Merkel, que, visto lo visto, casi hay que rogar a Dios que nos la conserve) y su exministro de Exteriores, García Margallo, pareció más interesado por los asuntos catalanes y gibraltareños que por revitalizar la presencia de España en el mundo. 

Desde que Javier Solana dejó la secretaria general de la OTAN no hemos dado ni una: se consiguió situar a Rodrigo Rato al frente del Fondo Monetario Internacional y se marchó a los tres años justos con prisas por enriquecerse, como después se vio. Cesó González Páramo en el Banco Europeo pero no se pudo encontrar el sustituto adecuado. Más recientemente la agencia de noticias económica Bloomberg tituló que «España quiere colocar al ministro de los papeles de Panamá como director del Banco Mundial», en alusión a Soria, por no seguir con la lista de despropósitos.

Que el Gobierno de Rajoy en esta legislatura haya comenzado a dialogar y a alcanzar acuerdos con socialistas y Ciudadanos es una buena noticia. Algo se mueve positivamente porque el bloqueo no conduce más que a la parálisis. Pero sería deseable que también se ocupara de materias como la exterior y no dejará de aprovechar oportunidades. Cuba es solo un ejemplo gráfico con resonancias emocionales.


(*) Periodista