lunes, 17 de septiembre de 2018

Estraperlo en Cuba: el escándalo de las 15.000 manzanas

LA HABANA.- Ante la escasez crónica en Cuba, producto del embargo de Estados Unidos y las ineficientes políticas de planificación estatal, hordas de estraperlistas acaparan mercancías para revenderlas a mayor precio, un secreto a voces que finalmente ha estallado con el "escándalo de las 15.000 manzanas".

El supermercado de La Puntilla, en el selecto barrio habanero de Miramar, recibe el 31 de agosto una inusual partida de manzanas. Los preciados frutos, raramente vistos en la isla en esta época del año, se disponen en cajas de 100 unidades para su venta al público con una sola restricción: un lote por persona.
En el preciso momento en que salen a la venta, decenas de jóvenes sin disimulo alguno coordinados se agencian 150 cajas (15.000 manzanas en total), las pagan (6.750 dólares) y se las llevan, dejando las estanterías vacías para disgusto e indignación del resto de clientes.
Uno de ellos era el periodista cubano Iroel Sánchez, testigo de excepción del "secuestro" frutícola y que lo denunció la semana siguiente en su blog en un artículo titulado "Asalto en La Puntilla", reproducido poco después en la web estatal Cubadebate, lo que generó un fuerte revuelo popular y provocó en último término la intervención de las autoridades.
El informador explicó que pequeñas mafias cubanas acaparan no solo manzanas, sino también pañales, carne de pollo, queso o cualquier otro producto en situación de escasez, para luego establecer sus propias redes de distribución en el mercado negro a precios mayores que los marcados por el monopolio estatal socialista.
Para ello es fundamental la connivencia de funcionarios de los supermercados y cadenas de reparto, cuyos magros salarios estatales de unos 30 dólares al mes agradecen "incentivos" por hacer la vista gorda, filtrar información o incluso entregar la mercancía al especulador y ayudarle a transportarla.
El artículo de Sánchez ha elevado este problema al foro de debate social en Cuba, hasta el punto de que CIMEX, el grupo empresarial del Estado que monopoliza la distribución, anunció los despidos fulminantes de ocho funcionarios presuntamente implicados en el caso y -algo muy inusual- publicó sus nombres y apellidos para mayor escarnio público.
Dos empleadas del supermercado habanero confirmaron que tienen "terminantemente prohibido" hacer mención alguna al escándalo de las manzanas, aunque una de ellas sentenció: "Lo que has leído en internet es verdad".
Mientras, un directivo del centro comercial declaró, bajo condición de anonimato, que el incidente "no es tan feo como dicen" y negó connivencia alguna con los estraperlistas.
"Cada uno se llevó el máximo permitido y no pudimos hacer nada", aseguró, tras revelar que él y sus subordinados están siendo objeto de una rigurosa investigación de las autoridades y temen perder sus puestos de trabajo.
Para el economista Ricardo Torres, especialista del CEEC, institución adjunta a la Universidad de La Habana, la especulación en Cuba es un problema difícil de erradicar, a pesar de los esfuerzos de las autoridades.
"En toda sociedad la mayoría dedica tiempo y energía a lo que es más lucrativo. Si es rentable el desvío de recursos, será más difícil detenerlo porque la gente buscará formas de esquivar los controles", explica.
Torres cree que "la causa fundamental es la escasez generalizada, que ha moldeado ciertos comportamientos en los dueños de negocios y en la población".
Por ello, hasta que cese la carestía, la ley de la oferta y la demanda gobernará la distribución y los precios, por mucho que se esfuerce el Estado en mantener el control y castigar a los infractores.
La falta de divisas -agravada por unas débiles exportaciones, un sistema de distribución insuficiente, problemas de deuda y el embargo estadounidense- está en la raíz de la escasez crónica que padece Cuba y que en último término vacía los estantes de sus comercios, según el experto.

Díaz-Canel, dispuesto al diálogo con Estados Unidos sin condiciones previas

LA HABANA.- El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, se ha mostrado dispuesto al diálogo con Estados Unidos, si bien ha dejado claro que este debe producirse en pie de igualdad entre los dos países y sin condiciones impuestas desde Washington.

En su primera entrevista desde que llegó al cargo el pasado mes de abril, concedida a la cadena TeleSUR, el nuevo presidente cubano ha reconocido que se ha producido un retroceso en la relación con Estados Unidos con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca tras el acercamiento de los últimos años propiciado por Barack Obama. Además, ha criticado las medidas respecto a la isla adoptadas por Trump.
Pese a ello, ha dicho que está dispuesto a dialogar mientras no se condicione la soberanía de Cuba, “porque nosotros no aceptamos imposiciones, menos con Estados Unidos”. 
“Si se mantiene esta aberrante actitud del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba, no hay diálogo”, ha recalcado.
En este sentido, ha defendido que el diálogo debe construirse entre dos en pie de igualdad. “No se puede aspirar a un diálogo donde una parte condiciona a la otra de que tienes que renunciar a tu soberanía e independencia”, ha insistido.
Por otra parte, ha reiterado una vez más que Cuba no tiene nada que ver en el caso de los supuestos ataques sónicos contra personal de la Embajada de Estados Unidos en la isla. “Nosotros tenemos mucha ética para atacar a otros (…) Cuba no ataca, Cuba defiende, Cuba comparte, es solidaria”, ha asegurado.

El bloqueo, el principal obstáculo

En línea con lo que ha sido el leitmotiv del ‘castrismo’ durante las últimas cinco décadas, Díaz-Canel ha insistido en que el bloqueo impuesto por Estados Unidos sobre Cuba es “el principal obstáculo para el desarrollo del país, la cosa que más golpea la vida cotidiana de los cubanos y cubanas, y también la vida económica”.
El presidente cubano ha sostenido que el bloqueo “es una práctica brutal”. 
“Yo diría que es un hecho de lesa humanidad. Atenta contra un pueblo (el cubano), condenado a morir de hambre, de necesidades”, ha adjuntado.
Díaz-Canel también se ha referido a la reforma de la Constitución en curso, que ha considerado necesaria tras llegarse a la conclusión de que “tenemos que actualizar nuestro modelo económico y social en las condiciones del bloqueo”.
Asimismo, ha aclarado que el futuro texto no renunciará a la ideología y los valores de la Revolución cubana y se ha mostrado partidario de las uniones entre personas del mismo sexo. 
“Yo defiendo que no haya ningún tipo de discriminación”, ha sostenido, si bien ha dejado claro que “la última palabra la dará el mandato popular y la soberanía del pueblo”.
Por otra parte, Díaz-Canel ha insistido en que su Gobierno es una continuidad de los de sus antecesores, los hermanos Raúl y Fidel Castro. 
Es “un Gobierno del pueblo, para el pueblo, que es lo mismo que ser un Gobierno para la Revolución”, ha defendido, precisando que habla de forma continuada con Raúl Castro y le consulta “sobre las directrices del país”.