LA HABANA.- Comprar una casa es una de las mayores aspiraciones de los cubanos, que
ven cada vez más lejano ese sueño en medio del auge turístico que ha
vivido la isla en los últimos tres años, cuando el acceso a servicios,
productos y viviendas se ha vuelto prohibitivo para la gran mayoría.
Muchos isleños, con salarios estatales que apenas
superan los 30 dólares mensuales, no pueden pagar los miles de dólares
que cuesta hoy una vivienda, ni los cientos que vale un alquiler lineal
en La Habana, donde un estudio pequeño de una sola habitación se renta
por 250 dólares al mes.
En la isla una cena en un restaurante privado o
"paladar" frecuentado por turistas puede significar el ahorro de varios
meses para un médico, un abogado o científico, en el rango medio de los
asalariados en Cuba.
"Los turistas lo han encarecido
todo, desde el precio de una cerveza nacional, si la encuentras, hasta
las casas, porque ahora todo el mundo quiere alquilar a extranjeros, y
los que venden saben que hay demanda y se aprovechan", lamentó
Ariel, un maestro que gana al mes unos 500 pesos cubanos (20 dólares).
La escasez de vivienda es hoy uno de los problemas sociales más
sensibles y acuciantes en Cuba, que registró a finales de 2016 un
déficit superior a 880.000 hogares, de acuerdo con los últimos datos
oficiales disponibles.
De los 3,8 millones de hogares
que existen en la isla (11,6 millones de habitantes), cerca del 40 %
está en regular y mal estado técnico, un problema agravado además por el
paso de huracanes.
Según Daniela, una universitaria
que "nació y creció" en una antigua casona de La Habana Vieja, epicentro
turístico de la capital cubana, su familia ha recibido muchas
propuestas pero no han querido irse de "su barrio", aunque nunca puedan
"comer ni tomar en los restaurantes" que han brotado por decenas en esa
zona.
Para la futura psicóloga "será un problema"
cuando quiera formar familia porque no tiene "el dinero que se necesita
hoy para comprar aunque sea un apartamentico alejado del centro".
A finales de 2014, el "deshielo" -hoy en pausa- entre Cuba y Estados
Unidos abrió el grifo de lo sería luego una ola incesante de visitantes
hacia la antigua "isla prohibida", convertida entre 2015 y 2016 en el
destino de moda, donde en un mismo mes coincidieron el expresidente de
EE.UU. Barack Obama y The Rolling Stones.
El naciente
sector privado cubano, impulsado dentro de las reformas del
exmandatario Raúl Castro, aprovechó el tirón y se volcó en tratar de
satisfacer con propuestas atractivas una alta demanda que sus
contrapartes estatales no podían cubrir.
Los
registros oficiales más recientes señalan que ya existen en el país más
de 1,3 millones de "cuentapropistas" o autónomos, de 4.474.800 cubanos
empleados.
En poco más de tres años La Habana y otros
polos como Trinidad, Varadero y Santiago de Cuba se llenaron de bares,
"paladares", casas particulares de renta y de "almendrones", como llaman
en Cuba a los coches estadounidenses de la década de 1950, vistos desde
fuera como uno de los símbolos de la isla caribeña.
La demanda por un romántico paseo en estos autos ha hecho que crezca el
negocio de "cortar" los techos originales para convertir a los
"almendrones" en descapotables, "con lo que muchos ahora dejan de
'botear' (trabajar como taxistas) para los cubanos y prefieren irse al
turismo", se queja Simón, un periodista habanero.
Un
cubano paga el equivalente a medio dólar por un viaje en un taxi
compartido, mientras que los turistas pagan no menos de 50 dólares por
un paseo de una hora en un descapotable clásico.
El
auge de los negocios particulares, en especial los gastronómicos,
también ha impactado en la vida diaria de los consumidores que van a las
tiendas, todas estatales, en busca de artículos de primera necesidad,
que desaparecen de los anaqueles porque no existe un mercado mayorista
para los autónomos.
Sin embargo, esta realidad quizá
cambie en los próximos años, con la disminución en el número de turistas
en la isla, debido en gran parte a la renovada tensión entre Cuba y
Estados Unidos, traducida en una caída del 43 % en las llegadas de
viajeros de ese país en el primer trimestre de 2018.
Cuba anunció esta semana que no llegaría a su previsión de 5 millones de
turistas este año y algunos especialistas ya predicen la ruptura de la
burbuja inmobiliaria como consecuencia del decrecimiento de la demanda
turística.
El Gobierno cubano también ha impuesto
medidas para "reorganizar" el sector privado, que incluyeron la
paralización en la entrega de licencias a "cuentapropistas" por más de
un año, hasta que entren en vigor nuevas regulaciones el próximo
diciembre.
Además de endurecer los requisitos para
los autónomos, estas disposiciones limitan el desempeño de algunas
profesiones, como los "corredores de viviendas", que no podrán emplear a
otros trabajadores, para evitar la formación de agencias inmobiliarias
privadas.