LA HABANA.- En 2018, un cubano puede tener su negocio, navegar en
internet y viajar al exterior. En una década, Raúl Castro transformó la
Cuba que recibió de su hermano Fidel, pero sus reformas no
desencadenaron el esperado despegue económico de la isla socialista.
Raúl,
de 86 años y quien pasará el mando un líder de una nueva generación el
19 de abril, emprendió en 2008 una cauta reforma de alto impacto, pero
el propio gobierno admitió en marzo errores y retrasos en los planes de
'actualización' del modelo de corte soviético.
Los
cambios previstos fueron consagrados por el VI Congreso del Partido
Comunista en 2011 en 313 'lineamientos', la gran mayoría aún por
ejecutar, pues el propio presidente definió la velocidad de su
aplicación: «Sin prisa pero sin pausa». «Los cambios demasiado graduales
se ha visto que no han funcionado y deberían justificar cambios más
audaces», dijo a la AFP el economista cubano Pavel Vidal, de la
Universidad Javeriana de Cali.
A continuación, algunos aspectos clave:
El
capítulo histórico de la era de Raúl se escribió el 17 de diciembre de
2014, cuando anunció por televisión a los cubanos -mientras Barack Obama
lo hacía a los estadounidenses- el restablecimiento de relaciones con
Washington. En marzo de 2016 Castro recibió a Obama en La Habana. El
proceso sufre un retroceso desde la llegada de Donald Trump a la Casa
Blanca en enero de 2017.
En 2013, Raúl Castro eliminó
enrevesados requisitos de viaje y autorizó a los cubanos a permanecer
fuera de la isla hasta por dos años -siempre que lo hagan de forma
legal- sin perder sus bienes o residencia. La reforma facilita las
visitas y repatriación de quienes migraron. De enero de 2013 a diciembre
de 2016, más de 670.000 cubanos hicieron más de un millón de viajes a
otros países.
Castro amplió y flexibilizó el trabajo
privado en 2010. Hoy 580.000 cubanos, 12% de la fuerza laboral, se
desempeñan por cuenta propia, pero la meta del gobierno era restar al
menos un millón de empleados a su abultada nómina estatal en los
primeros cinco años, en busca de eficiencia económica.
Queda
pendiente la legalización de las pequeñas y medianas empresas privadas y
la reanudación de la entrega de licencias para nuevos emprendimientos,
suspendidas en agosto para perfeccionar el modelo.
A
finales de 2011, Raúl autorizó la compraventa de viviendas, que estaba
prohibida. Tres años después liberó el mercado automotor, pero los
clientes de las agencias de venta estatales se quejan de los precios
astronómicos, tanto para los vehículos nuevos como los usados.
Cuba
permitió el acceso a internet desde zonas wifi en plazas públicas.
Operan además cuatro millones de líneas celulares, a las cuales la
empresa de telefonía estatal espera ofrecer el servicio 3G este año. Aun
así, el país sigue estando entre los de menor conectividad en el mundo.
El
gobierno de Raúl reformó una ley para dar más incentivos a los
inversionistas e inauguró el megapuerto del Mariel (45 km al oeste de La
Habana), una zona franca llamada a convertirse en el principal polo
industrial de Cuba.
Pero hasta la fecha, debido al
embargo de Estados Unidos y las restricciones impuestas por el gobierno,
el promedio de inversión extranjera está muy por debajo de los 2.500
millones de dólares anuales que el país necesita para apuntalar un
crecimiento de 4%.
Entre 2013 y 2016, Cuba renegoció su
deuda vencida mediante el pago de 23.000 millones de dólares, con lo que
espera acceder a créditos frescos. A finales de 2015, La Habana
renegoció su deuda con el Club de París, congelada desde los 1980, con
una condonación de 8.500 millones de dólares y el compromiso de pagar
2.600 millones de dólares en 18 años. También reestructuró obligaciones
con Rusia y México.
«Este asunto nos ha tomado demasiado
tiempo y no puede dilatarse más su solución», dijo Castro en diciembre
ante el Parlamento, al referirse a la singular dualidad monetaria. En
Cuba hace más de 20 años existen el peso cubano CUP (24 CUP hacen un
dólar) y el peso convertible CUC (equivalente a 1 dólar), además de
tasas de cambio preferenciales para empresas estatales, situación que
genera distorsiones macroeconómicas. Es un tema pendiente.
En
2008, Castro declaró «estratégica» la producción de alimentos. En 10
años, el gobierno entregó más de un millón de hectáreas de tierras
ociosas a campesinos privados, concedió microcréditos, flexibilizó la
comercialización y mejoró los precios de compra a productores. Pero el
despegue es lento. Cuba aún importa el 80% de los alimentos que consume,
unos 2.000 millones de dólares al año del erario nacional.