MADRID.- Se acaban de cumplir cinco años de la puesta en libertad de Fernando González Llort (La Habana, 1963). Este cubano y otros cuatro compatriotas fueron detenidos en Miami en 1998 acusados de espionaje. Tres años después, un jurado popular los consideraba culpables, en un juicio que él sigue tachando de "injusto".

Bautizados en su país como los cinco héroes, fueron liberados como parte de las negociaciones para restablecer las relaciones entre EE UU y Cuba impulsadas por Barack Obama. Él, no obstante, ya tenía cumplida la pena de casi 16 años que le había sido impuesta.
El hoy diputado y presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos ha estado de visita en Madrid y 20minutos ha hablado con él sobre su paso por la cárcel y sobre su visión de la situación en la isla.

¿Qué hacían en EE UU cuando fueron detenidos?
Estábamos en el sur de Florida obteniendo información sobre los planes de grupos terroristas de origen cubano, que viven en EE UU y cuya manera de oponerse a la revolución es con actos violentos por los que hemos perdido más de 3.000 vidas humanas y hay más de 2.500 lesionados. La financiación, las armas y los explosivos los obtienen allí. Nuestro objetivo era mantener al Gobierno cubano informado y tratar de evitar los daños, porque las autoridades norteamericanas, que están para detener esos planes, no lo hacían, dada la política exterior que EE UU ha mantenido históricamente hacia Cuba y porque esos grupos tienen influencia política.

¿Sigue considerando que fue un juicio injusto?
Totalmente, y de índole política. En las transcripciones de más de seis meses de proceso se ve cómo los fiscales acudieron mucho más a los prejuicios políticos que las personas del jurado pudieran tener por haber estado viviendo tantos años en el sur de Florida, donde tantas mentiras se dicen sobre Cuba, que a lo que pudieran considerar evidencias reales de lo que hacíamos.

¿Cómo vivió los casi 16 años en prisión?
Nunca lo vi como algo personal y eso me ayudó a pasar la situación sin traumas. No se trataba del Gobierno de EE UU contra nosotros, sino contra Cuba. Por primera vez tenían en sus manos a cinco cubanos que trabajaban para el Gobierno de Cuba y le brindaban información. No era información sobre las actividades de la Administración estadounidense, pero hay una complicidad entre los grupos que controlábamos y la política nacional en EE UU.

¿Se reafirmó en sus ideas?
Sí. Siempre fui un joven revolucionario, identificado con el proyecto social que estamos construyendo, pero creo que profundicé en todo eso en aquellos años. Mis convicciones sobre por qué lo que quiero es lo que está sucediendo en Cuba y por qué tenemos que esforzarnos por mejorarlo y  hacerlo sobrevivir se hicieron más profundas.

¿En qué empleaba el tiempo?
Traté de utilizarlo a mi favor y leí y estudié mucho. Me interesé por temas diversos y mantuve una correspondencia muy fluida con personas de todo el mundo. Uno aprende de la cultura de esos países y de cómo hay quien lucha también en condiciones adversas, en las que el valor de la solidaridad no se potencia. Muchas personas, incluso de EE UU, nos contaban lo que se estaba haciendo por nosotros. Individuos que dedicaban tiempo a escribir a alguien a quien nunca habían visto porque se ponían en su situación. Eso llena de humildad.

Y al salir, siguió en primera línea.
Claro. Tengo una vida personal de la que quiero disfrutar, pero también un sentido  de la responsabilidad. Quiero poner en función de este proyecto mi conocimiento al haber tenido una experiencia de vida que me permitió estudiar mucho.

Ha venido a Madrid para participar en el XV Encuentro de Solidaridad con Cuba. ¿Qué valoración hace del encuentro?
Siempre es reconfortante ver a amigos que, en condiciones que no son fáciles, se esfuerzan en ser solidarios con Cuba. Ayudan a difundir la verdad delo que allí sucede. Fue un encuentro de mucho debate sobre diferentes temas.

¿Cuál es esa verdad?
Somos un proyecto social y socialista. Buscamos el mayor bienestar posible para nuestro pueblo y lo hacemos frente a una hostilidad prolongada por 60 años, y cada vez mayor, del Gobierno más potente que existe, el de EE UU. Decidimos ser un país independiente y soberano y eso molesta. Acabamos de pasar por un proceso de elaborar una nueva Constitución.

¿Cómo fue ese proceso?
Todo el pueblo se convirtió en una asamblea constituyente, una experiencia que no conozco en otros países. El Parlamento sacó adelante un proyecto que se sometió a discusión popular. Se propusieron más de un millón y medio de modificaciones y el 60% del texto fue cambiado. Tras volver a pasar por el Parlamento, el proyecto final se votó en referéndum y fue respaldado por más del 85% de la población. Son cosas poco conocidas.

¿Y las denuncias de falta de libertad?
Hay matrices informativas establecidas por intereses políticos que dominan los entes controlados por grandes compañías y conglomerados. No se habla de Cuba con objetividad. Tenemos dificultades, estamos en proceso de modificar elementos en lo que consideramos que no hemos sido eficientes. Somos críticos con las cosas que no hemos hecho bien. Pero eso no implica que estemos en contra de la revolución. Lo demuestra ese referéndum popular. En el mundo se dice que en Cuba todos tienen que pensar de la misma manera y no es cierto.

¿Niega que se reprima a los opositores?
Sí. Las leyes defienden a los cubanos en el proceso revolucionario de aquellos que se alían con la postura del país que nos quiere eliminar. Pero en Cuba se puede pensar libremente. La Constitución establece que continúa siendo un país socialista y que el Partido Comunista es la fuerza rectora de la sociedad.Lo aprobamos en votación.

¿Cómo ve la relación con España?
Positiva. Hablo como ciudadano, porque no formo parte del Ministerio de Exteriores. Creo que la población siente un afecto especial por mi país. No siempre se ha traducido a la política y ha habido jefes de Gobierno que se prestaron a hacerle el juego a la política de EE UU. Me parece interpretar que hoy se abre un camino diferente.