martes, 30 de abril de 2019

¿Crisis o transformación? / Guillermo Herrera *

El volumen del comercio mundial está cayendo al ritmo más rápido desde la crisis financiera de 2008 con un descenso del 1,9% durante el periodo de tres meses que finalizó en febrero. La última vez que se pudo ver una caída tan pronunciada fue en mayo de 2009.

La situación se vio afectada por las guerras comerciales desatadas por EE.UU. el año pasado y por la caída de la demanda en el contexto de una desaceleración general de la economía hasta el extremo de que Europa está ahora al borde de una recesión, a pesar de todos los incentivos del Banco Central Europeo (BCE). Incluso Alemania se siente muy insegura, a pesar de ser la locomotora económica de la Unión Europea.

Una crisis es un cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, y una crisis económica se caracteriza por la reducción en la tasa de crecimiento de la producción de una economía, o fase más baja de la actividad de un ciclo económico.

BANCOS CENTRALES
Mucho depende de los bancos centrales, que siguen creyendo que la emisión de moneda fiduciaria ayudará a superar la crisis, pero esta política reguladora ha llevado al crecimiento de la burbuja de la deuda, que ha alcanzado dimensiones inimaginables.

A finales de 2018, los inversores se dieron cuenta de que las autoridades monetarias habían empezado a normalizar su política y a retirar los activos líquidos. Como consecuencia, el pánico se apoderó del mercado, pero las élites mundiales pronto se encargaron de impedir la disminución de los precios de los activos.

Es decir, la Reserva Federal de EE.UU. aseguró haber reducido el valor contable de las cuentas, mientras que desde el Banco Central Europeo anunció la conclusión del programa de “flexibilización cuantitativa”. Fue en diciembre cuando el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, dio por concluida la compra de activos.

Por lo tanto, los reguladores financieros hacen lo que les da la gana por razones que desconocemos los ciudadanos, puesto que disponen de información confidencial y privilegiada. Esto explica por qué sus declaraciones no siempre se corresponden con sus acciones.

Los bancos centrales quieren control. Ese es su modelo de negocio. Ponen a los gobiernos en deuda para controlarlos creando moneda falsa y prestándola al gobierno, que luego tiene que escuchar lo que mandan los banqueros. De lo contrario, persiguen los activos reales y esa es la razón por la que los gobiernos y la población se endeudan a gran escala.

EJEMPLO URUGUAYO
Uruguay es el país que mejor redistribuye sus ingresos en América Latina, que es una de las regiones más desiguales del mundo: sus sistemas de impuestos y transferencias presentan resultados modestos a la hora de reducir la desigualdad. Sin embargo, hay una excepción: el caso uruguayo.

Uruguay está atravesando el ciclo de crecimiento más importante de su historia, puesto que lleva creciendo de manera ininterrumpida desde el último trimestre de 2003, tras atravesar con éxito la crisis mundial de 2008, y las crisis regionales de países que son muy importantes para Uruguay, como Argentina y Brasil.

Uruguay tiene hoy el PBI per cápita más alto de América Latina (16.245 dólares), y la menor desigualdad. Uruguay tiene el sistema más redistributivo de América Latina, donde la desigualdad disminuyó el 9%. El segundo país más redistributivo es Argentina, con todos sus defectos, y le sigue Venezuela, Ecuador, Colombia y Bolivia.

El sistema uruguayo también se destaca en cuanto al impacto en la reducción de la pobreza. Ese crecimiento se da de la mano de una mayor equidad y justicia social, con una mejor redistribución de la riqueza, que fue reorientada hacia los sectores más humildes y al gasto público-social; principalmente se invirtió en educación, salud, seguridad y vivienda.

MODELO CHINO
China ha sacado a ochocientos millones de personas de la pobreza en un periodo de cuarenta años, con todos los defectos de este régimen. Flexibilización para la inversión extranjera, inversión pública por cuatrocientos millones de dólares, generación de once millones de puestos de trabajo en zonas urbanas, y sacar de la pobreza a diez millones de personas en áreas rurales, forman parte de los compromisos y proyectos para 2019. El año pasado se sacaron catorce millones, y quedan aún diecisiete millones de pobres.

Mantener ese nivel de crecimiento requiere medidas. Una de las propuestas más novedosas tiene que ver con la llamada Inversión Extranjera Directa, que se convertirá en Ley. Antes, las empresas extranjeras necesitaban un socio chino para poder invertir, pero ahora ya no van a necesitarlo, sino que podrán moverse con más flexibilidad en el mercado, y van a recibir el mismo trato que las empresas nacionales.

Entre las medidas que se continúan aplicando en la actualidad se cuentan aportes económicos mensuales a las familias en situación de pobreza. A cambio se exigen contraprestaciones, como que todos los hijos estén en la educación, se les ofrece formación rápida en oficios que van desde peluquería, maquillaje, artesanías o talleres para venta de productos online.

En las zonas rurales, por ejemplo, se les proporcionan animales: una gallina, un cerdo, un conejo por un año y ellos pueden quedarse con las crías que consigan, pero devuelven el animal que iría para otra familia.

DESACELERACIÓN
El presidente chino, Xi Jinping, llamó a los participantes del “Foro de la Franja y la Ruta” a contrarrestar el proteccionismo. Además, instó a aumentar la complementación mutua de los proyectos de la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, y de las estrategias de desarrollo, tanto a nivel nacional, como internacional.

La desaceleración de la economía china es peligrosa no solo para los países en desarrollo, sino también para los desarrollados, para todo el mundo, debido a que en las últimas dos décadas, la contribución de China al crecimiento económico mundial fue del 30% al 40%. 

Esta desaceleración de la economía china se ve agravada por la guerra comercial con Estados Unidos, hecho que a su vez, tiene un impacto negativo en la economía estadounidense.

A pesar de que los líderes de los dos países acordaron una tregua comercial antes del 1 de marzo, ninguno de los participantes del mercado tiene confianza en el futuro. En primer lugar, los aranceles introducidos anteriormente siguen vigentes. En segundo lugar, las contradicciones entre los dos países no se limitan a las cuestiones de desequilibrio comercial. 

En muchos temas fundamentales, a las potencias rivales les resulta complicado ponerse de acuerdo. Además, la naturaleza impulsiva y temperamental del Presidente Trump, hace que cualquier pronóstico sobre el desarrollo futuro de las relaciones chino-estadounidenses se complique aún más.

Por lo tanto, el proceso de Reinicio Financiero Mundial, el desarrollo del nuevo Sistema Financiero Cuántico QFS, y su implante y extensión en todos los países del planeta dependerá de que estas dos potencias, China y Estados Unidos, consigan ponerse de acuerdo de una puñetera vez, para que todos podamos respirar.



(*) Periodista español

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