Si alguien destruyó la economía cubana, ese fue Fidel Castro,
acompañado de su hermano Raúl, quien después de sesenta años, la intenta
revivir.
Cuenta la historia que, siendo adolescente, Fidel quiso hacer lo
mismo con su vivienda familiar de Birán: darle candela para que
desapareciera. Incluso su madre, en 1959, le comentó a un amigo mío que
con Cuba haría lo mismo si la trataba como hacía con sus juguetes.
Se cumplió el presentimiento de Lina Ruz, su madre: Juntos, Fidel y
Raúl, acabaron con la economía cubana. Tan muerta está que para
resucitarla solo hay una solución. Esa solución Raúl la conoce:
implementar las leyes del capitalismo, porque otra cosa sería ganar
tiempo para gobernar, sin que importen las penurias económicas del
pueblo.
Pero veremos los pasos de cómo Fidel desmerengó la economía cubana:
En junio de 1959 lleva a cabo leyes para una Reforma Agraria que
jamás beneficiaron al país y viola el Derecho Internacional sobre
expropiaciones: todo lo que mantenía vivo al país gracias a los
adelantos de Estados Unidos, lo convirtió en polvo.
En diciembre de 1959, se separa de la Confederación Internacional de
Sindicatos Libres y nombra al Che Guevara, que nada sabía sobre
economía, presidente del Banco Nacional en sustitución de Felipe Pazos,
de larga trayectoria en la rama.
Comienza enero de 1960 con la firma de varios acuerdos económicos con
la URSS y créditos millonarios para la industria y realiza la
expropiación de 166 empresas industriales de Estados Unidos y 376
cubanas, como centrales azucareros, fábricas, cervecerías, droguerías,
tiendas por departamentos, empresas de ferrocarriles, destilerías,
etc. La producción azucarera de ese año fue de cinco millones de
toneladas, un millón menos que en 1959.
Raúl Castro dice hoy que la Ley Helms-Burton persigue derrocar a la
Revolución mediante la asfixia económica. Pero, ¿existía esa ley cuando
en fecha bien temprana comenzó el racionamiento de las grasas para la
alimentación de los cubanos, mientras el 75% de las importaciones
cubanas provenían del campo socialista?
El Che, ya como ministro de Industrias, necesitó dos años para
descubrir que la producción del país era de muy mala calidad, y así lo
dijo públicamente el 16 de marzo de 1962, cuando criticó duramente a la
dirección del país por su mala gestión administrativa.
También se establecieron granjas de trabajo obligatorio para presos
comunes y políticos y se anunció el día 12 de ese mismo mes la creación
de la Libreta de productos alimenticios y de vestir, donde el
racionamiento dispone 33 kilos de arroz por persona, cuando en 1953 el
consumo per cápita era de 66 kilos.
El 27 de marzo Raúl Castro es nombrado vice primer ministro del
régimen de la Isla. Meses después las Cooperativas Agrícolas se
convierten en Granjas del Pueblo y el 5 de diciembre de 1962 no queda en
Cuba títere con cabeza: el gobierno castrista se apropia de todos los
establecimientos comerciales, propiedad de cubanos, incluyendo los
chinchales, timbiriches y puestos de vianda. Queda prohibida cualquier
actividad laboral particular.
Los más viejos lo recordamos todo. Durante largos años las tiendas
administradas por el régimen permanecían vacías o exhibiendo pocos
artículos de consumo de pésima calidad. A los afiladores de tijeras,
carpinteros, zapateros, costureras, etc., se les prohibió hacer trabajos
particulares.
Las consecuencias de la abolición de la propiedad privada fueron,
posiblemente, la causa principal del retroceso económico de Cuba, uno de
los países más prósperos en términos del PIB per cápita. Según la
Organización de Naciones Unidas (ONU), en 1958 Cuba tenía el quinto PIB
más alto de América Latina, precedido por Venezuela. Hoy es uno de los
más bajos, junto con Haití, con una Libreta de Alimentos para menos de
diez días al mes.
Entonces, cabe preguntarse: ¿Todavía tiene en cuenta Raúl las
promesas y los proyectos descabellados de su hermano? A saber,
implantación del modelo soviético de industrialización con productos que
luego llamó “chatarra”, los ocho millones de vacas en 1970, desecar la
Ciénaga de Zapata para tierra productiva, los sesenta millones de huevos
cada mes, las vacas enanas, “…la mayor limpieza de la historia en 1980:
autorizar a todo gusano que quiera irse. “No los queremos, no los
necesitamos. Que se vayan”, gritó Fidel, calificando además el turismo
como humillante.
En la historia moderna, Fidel y Raúl son los dictadores que más
tiempo han permanecido en el poder. Ninguno de los dos aprobó jamás el examen de
economía para beneficio de Cuba.
Raúl, por ejemplo, no admite que fue
el relevo de un dictador incapaz de convocar al pueblo a unas elecciones
generales y totalmente libres, acompañado de la oposición, junto a ese
medio millón de trabajadores por cuenta propia que, en cualquier
momento, como ocurrió en los años ochenta, puede desaparecer. Mucho
menos es capaz de dimitir.
(*) Periodista cubana
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