MIAMI.- Pensábamos que cuando Juan
Guaidó lanzó su intento para tomar el poder lo iba a conseguir. Y
que entonces todo se vendría abajo, como un castillo naipes. Primero, Venezuela y después también le tocaría a Cuba”, suspira Begoña González, que gestiona en Miami “1898 Compañía de Recuperaciones Patrimoniales”,
como su nombre lo indica, una compañía barcelonesa de recuperaciones
patrimoniales que tiene como objetivo reclamar los patrimonios
confiscados por el castrismo después de 1959, o, como opción
alternativa, indemnizaciones compensatorias por los bienes expropiados, según recoge en Barcelona el diario La Vanguardia.
En efecto, mientras la ley Helms Burton permite
exigir dinero de inmediato a las firmas que se han aprovechado
económicamente de unas propiedades expropiadas de forma ilegal, la
misión de esta compañía es más de largo plazo: una vez que el régimen
comunista caiga, devolver la propiedad a sus legítimos dueños.
“Hubo
varios precedentes en la historia reciente, desde Alemania, pasando por Estonia y hasta Nicaragua”, recuerda Begoña
González, al evocar casos similares de recuperación de bienes
expropiados. A cambio de esta gestión, la compañía se queda con el 30%,
que puede ser el valor de la propiedad o incluso parte de ella.
En la actualidad, la sociedad ya tiene una base de partida, cuenta con más de 400 familias
que le han encargado la recuperación. Hay quien tiene propiedades
extensas y otros que reivindican la posesión de bienes más pequeños. La
mayoría de ellos procede o reside en España.
Hay que recordar que hubo un convenio en 1986 entre Cuba y España
que se refería a las propiedades españolas confiscadas en Cuba y que
estableció una compensación modesta. El Tribunal Supremo consideró, en
un auto posterior, que fue un “mero paliativo” y que en todo caso el
acuerdo no excluía futuras reclamaciones de los que reivindicaban sus
derechos de propiedad.
El Alto Tribunal estableció que los derechos de
los particulares no se extinguen por un acuerdo entre Estados, con lo
que los españoles –muchos, asturianos– que se hayan acogido al convenio
siempre pueden reclamar los bienes nacionalizados en Cuba, tanto
recuperar la propiedad como conseguir una justa indemnización.
Aquí, en Miami, Begoña González busca a aquellos
cubanos que también perdieron su propiedad tras la expropiación
castrista hace sesenta años y que esperan algún día recuperarla, cuando
Cuba, con un régimen democrático, reconozca la propiedad privada y haya
seguridad jurídica. En muchos casos, el problema consiste en recuperar
el título de propiedad original. No es algo sencillo, al haber pasado
muchos años. Incluso para los afectados es
algo doloroso de recordar. “Cuando los exiliados cubanos no tienen el título original, entonces recurrimos a cualquier documento que pueda dar fe de ello. Sacan alguna vieja fotografía amarillenta donde salen en sus antiguas casas, una factura del arquitecto, una nota del registro… Y luego hacemos una declaración oficial ante notario público”, explica González.
algo doloroso de recordar. “Cuando los exiliados cubanos no tienen el título original, entonces recurrimos a cualquier documento que pueda dar fe de ello. Sacan alguna vieja fotografía amarillenta donde salen en sus antiguas casas, una factura del arquitecto, una nota del registro… Y luego hacemos una declaración oficial ante notario público”, explica González.
A diferencia de lo que ocurrió con cambios de
régimen violentos u otras revoluciones, en Cuba el Registro de la
Propiedad sigue intacto, lo que podrá ser de ayuda cuando llegue el
momento. “Es gente mayor, sus hijos tienen la vida montada. Pero para
ellos es importante. Por ejemplo, miembros de la familia Mata nacieron
en el hotel que montó su padre y ahora ven cómo está en manos de otros”,
cuenta.
Además, hay otros dramas humanos que están por venir. “Quien
antes tenía un piso en La Habana donde ahora vive otra gente, ¿qué va a
hacer con los actuales habitantes cuando recupere la casa? ¿Los echará a
la calle?”. Una de las posibilidades es que se les deje en el piso y
que, una vez fallezcan, la casa vuelva a su legítimo propietario.
Preguntas difíciles, que deberá contestar la Cuba del futuro.
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