LA HABANA.- En Cuba, las groserías las escuchas cuando caminas por barrios de
cualquier ciudad. Si usted aborda un taxi colectivo, le aconsejo ponerse
tapones en los oídos, por el reguetón a decibeles insoportables.
Corte de cabello estrafalario, gorra con la visera al revés, tatuajes en piernas, antebrazos o bíceps, short, calzado deportivo de puntera fina y teléfono móvil con el reguetón a toda mecha.
Las chicas se tiñen el pelo de colores exuberantes,
gastan una pasta en queratina, alisarse los rizos o insertarse mechones
lacios, se tatúan al final de la espalda y en sus audífonos también
escuchan reguetón a todo volumen.
Suelen calzar sandalias o tenis de corte bajo, llevan shorts a media nalga o lycras
ajustadas, aunque sean barrigonas o muy delgadas. Usan alhajas baratas,
vistosos relojes piratas y gafas de sol compradas al bulto en El
Dolarazo de Miami.
Hembras y varones hablan en voz alta, como si sus interlocutores fueran sordos. Gesticulan con las manos, dominan poco más de 400 palabras del diccionario en español y en un párrafo escrito tienen varias faltas de ortografía.
Para ellos, decir 'buenos días' es cosa de viejos y lo habitual es
que utilicen un amplio registro de malas palabras en sus conversaciones.
Desde luego, no hay regla sin excepción. Y todavía, por suerte, se
encuentran adolescentes y jóvenes correctos y educados, casi todos
procedentes de hogares donde siempre se han cultivado los buenos modales.
A pesar de la educación altamente doctrinaria, escuelas en el campo y
marchas del pueblo combatiente famosas por sus insultos hacia Estados
Unidos y sus presidentes, en Cuba aún quedan familias ilustradas, con dos o tres graduados universitarios. Personas que no dicen malas palabras, hablan en voz baja y saben comportarse.
Encasillar a los seres humanos en un prototipo es nocivo. Alientan los prejuicios, racismos y políticas discriminatorias. Ni todos los británicos que asisten al fútbol son hooligans o borrachos ni todos los musulmanes son terroristas.
En Cuba, las groserías las escuchas cuando caminas
por barrios de cualquier ciudad. Si usted aborda un taxi colectivo, le
aconsejo ponerse tapones en los oídos, por el reguetón a decibeles
insoportables.
El régimen verde olivo ya orientó atajar la mala educación en un
segmento amplio de ciudadanos. En general, los cubanos poseen un buen
nivel académico, pero en términos culturales, informativos o
conocimientos de las leyes de su país prácticamente son analfabetos.
En una tarde de sol brillante, charlé con varios padres con hijos en
edades comprendidas entre 9 y 15 años. A todos les preocupa el retroceso de la enseñanza
pública, poco rigor de los profesores, alto contenido ideológico en
algunas asignaturas y elevados gastos, por la compra de materiales de
estudio y meriendas escolares, y también por tener que pagar maestros
privados para que sus hijos perfeccionen sus conocimientos.
Pero cuando usted quiere saber sus impresiones sobre el video que se publicó en YouTube con niños bailando reguetón eróticamente en una fiesta de una escuela primaria de Camagüey, no se muestran tan alarmados.
"Eso es una bobería. Aquí siempre se ha bailado con ese desparpajo. No creo que debamos ser tan puritanos.
Peor es en Estados Unidos, donde asisten a las escuelas con pistolas o
armas blancas", comenta Anisia, madre de una alumna de octavo grado.
"Lo preocupante no es el baile en sí, es el lugar, en una escuela, con adultos alentando esa danza. De todos los problemas que tenemos en Cuba, ese suceso es un mal menor", dice René, padre de tres hijos.
Según Ana Carla, psicóloga, en la isla se han subvertido los valores.
"Ya muchos adultos ven normal que un niño diga malas palabras o baile
de manera erótica. Inclusive hay cosas peores. Padres que por diversión o
para afianzarlos como 'machos', le dan cerveza o ron a hijos pequeños o
los enseñan a fumar".
Carlos, sociólogo, considera que por indolencia o irresponsabilidad familiar, "muchos niños se interesan por el sexo desde edades muy tempranas.
Hay que tener en cuenta que en Cuba tres y hasta cuatro generaciones
que viven bajo un mismo techo. Si a la promiscuidad le añades la sublimación de la prostitución
y comportamientos delictivos, ese modo de vida le hace creer a muchos
menores que es el camino mejor y el más corto para ganar dinero".
El sociólogo subraya que a todo ese ambiente insano, hay que agregar la vulgaridad, que en ocasiones parte de la propia narrativa gubernamental,
descalificando al que piensa diferente, o cuando organiza pachangas
populares con bebidas alcohólicas en conmemoración de fechas
patrióticas. "En su afán de edificar una sociedad igualitaria y
colectiva, la revolución de Fidel Castro estimuló las bajas pasiones.
Las buenas costumbres eran consideradas rezagos de la burguesía".
Para Erasmo, padre de una adolescente de 14 años, "esos bailes
desfachatados, lamentablemente, se han vuelto algo común en las
actividades infantiles. Una maestra de mi hija organiza fiestas en su casa,
cobra 25 pesos la entrada. Ella sólo pone reguetón y salsa. Asisten
niños de 11 y 12 años que fuman y se besan como si fueran personas
mayores. El culpable de todo ese relajo es el Gobierno y, en particular,
las autoridades de educación y cultura".
La prensa oficial, tan sensible con los casos de
violencia en colegios estadounidenses, aún no ha publicado una línea
sobre esos alumnos que con sus uniformes y pañoletas azules de pioneros,
bailan "perreo" en una escuela de Camagüey. Un video que le ha dado la
vuelta al mundo, generando comentarios muy negativos hacia padres y
maestros cubanos.
Si queremos juzgar razonablemente la pérdida de valores en la sociedad actual, es muy fácil culpar al reguetón.
Pero el fenómeno viene de más atrás. De aquella etapa cuando se
intentó crear un "hombre nuevo" y se alejó a miles de niños del seno
familiar. Ahora estamos recogiendo la cosecha.
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