MADRID.- El periódico español El País asegura este domingo en un editorial que la apertura política y económica de Cuba es un proceso de tal complejidad que cabría preguntarse si el proceso de transformación de ese sistema está en manos de los líderes y los equipos adecuados.
“Da la impresión de que los dirigentes cubanos, con los hermanos
Castro en el timón de la nave, pretenden instaurar un cambio congelado,
fiado a que las modificaciones mínimas inevitables (por ejemplo, la
presencia de Internet en la isla y sus consecuencias sociológicas
conocidas) no se transmuten con rapidez en presiones sociales para
acelerar la transición hacia otro modelo político y económico”, señala
el editorial.
El País pone en duda que los dirigentes cubanos tengan en mente un plan de evolución política para los próximos años, “pero quizá tienen en mente un vago y confuso porvenir fotocopiado
del modelo chino: introducción limitada del mercado, por áreas o
influencias, y mantenimiento de una estructura política con capacidad de
decisión quizá sostenida por alguna fórmula de democracia limitada”,
afirma el texto.
El diario sostiene que ese último punto sería un avance sobre el esquema chino,
quizá como una concesión al hecho de que Cuba, a diferencia de China,
está más cerca de Estados Unidos, rodeada de influencias y presiones
occidentales.
“Lo más evidente es que existe un impulso social que favorece el cambio económico hacia un modelo capitalista que
desde el gobierno actual se mira con prevención. Para caminar en la
dirección debida hacia el modelo de mercado, Cuba necesita inversión
privada extranjera; los primeros cálculos apuntan a 2.500 millones de
dólares”, apunta el artículo.
La publicación llega a la conclusión de que la inversión que puede generar el ahorro nacional es insuficiente para generar el impulso necesario en los mercados que empiezan a despuntar en la isla.
“El más evidente es el turístico, que crece a tasas muy
significativas en los últimos años. Pero es un mercado muy sensible para
quienes recuerdan la experiencia cubana, antes de la llegada de Castro,
con la inversión estadounidense en hoteles y casinos”.
En todo caso, explica el periódico, el gobierno cubano es quien tiene que dar la señal de que está en disposición de aceptar dicha inversión y actuar en consecuencia.
“Pero, para que el futuro del cambio en Cuba tenga alguna expectativa
de aclararse es imprescindible que el país se integre en el Fondo
Monetario Internacional (FMI). Este paso depende en primera instancia de
que Estados Unidos ponga fin a su veto; pero, naturalmente, lo decisivo
en este caso sería la voluntad del Gobierno cubano de integrarse en el
organismo”, subraya El País.
Según el diario, entrar en el Fondo significaría para Cuba “aclarar su situación monetaria
(equivaldría, por ejemplo, a liquidar la dualidad monetaria en la isla,
causa de tantas ineficiencias) y situarse en disposición de aceptar
ayudas multilaterales. Pero la contrapartida es que el FMI exigiría un
ritmo de cambio económico más rápido que el que, al parecer, complacería
a los dirigentes cubanos”.
El editorial destaca que el gobierno español tiene que “estar en ese cambio,
apoyándolo en la medida de lo posible, y contribuyendo además a que las
empresas españolas participen en el despegue potencial del país”.
Sin embargo, concluye el editorial, la disposición a actuar del
gobierno español a este respecto “es muy limitada, por no decir
inexistente.
"No se trata de sostener la idea de la tradicional influencia
española en La Habana, sino de demostrar la capacidad de la economía
española (en resumen, de sus empresas) para actuar en mercados que le
son conocidos (el turismo) o en los que puede avanzar conjuntamente,
como el de las tecnologías de la comunicación”, concluye El País.
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