domingo, 17 de abril de 2016

Alquilar habitaciones a extranjeros en Cuba es complicado para anfitriones sin acceso a internet


LA HABANA.- Dánae Pis vive de arrendar habitaciones de su casa en Centro Habana a turistas extranjeros. Es miembro de Airbnb desde febrero y dice haber recibido unos cuatro turistas en tan solo un mes, pero ha rechazado a muchos más por no disponer de suficientes habitaciones y porque, de la manera en que funciona el negocio en Cuba, este no solo se nutre de las gestiones de uno de los sitios web de viajes más famosos, según www.cubanet.org

También hay agencias particulares cubanas que funcionan como intermediarias, taxistas, amistades y las llamadas “de puerta en puerta” de “turistas que llegan caminando y solicitan el servicio directamente”, como dice Esperanza Delgado, que renta habitaciones en Varadero desde hace cinco años.
Desde que comenzaron las operaciones en Cuba en abril de 2015, Airbnb ha llegado a la cifra de 4.000 anfitriones (miembros) en la Isla, sin embargo, este número no ha podido incrementarse debido a las dificultades para acceder a internet, además de que no ha sido consolidada una forma de pago mediante transferencias bancarias entre Cuba y los Estados Unidos; según dijo la casi totalidad de los arrendadores entrevistados, muchos de los cuales admitieron desconocer la existencia del famoso sitio.
Según datos oficiales, Cuba cuenta con solo 63.000 habitaciones de hotel, una cantidad insuficiente para el flujo anual de visitantes, lo cual favorece el aumento de los arrendadores privados y pudiera incrementar las operaciones de Airbnb en la isla.  Brian Chesky, fundador del sitio, ha dicho que se estima que actualmente, a pesar de las limitaciones, el 10 por ciento de los estadounidenses que viajan a Cuba y que buscan explorar cómo viven los cubanos, se está quedando con los anfitriones de Airbnb, una comunidad de alojamiento que abarca unos 190 países.
Eduardo Valdés, de la casa de renta B&B Lady Martha, en Centro Habana, también se integró a Airbnb a través de intermediarios y describe el modo en que estos operan, aprovechando las limitaciones de los arrendadores para acceder a internet. Según el joven emprendedor, un intermediario en Cuba suele cobrar hasta el 20 por ciento de la renta nada más por “gestionar la inscripción” en el sitio de Airbnb, un proceso sencillo que sólo demanda de los anfitriones el poseer una cuenta de correo.
Airbnb cobra a quienes se inscriben no más del tres por ciento de la tarifa del servicio de hospedaje y, además, el sitio brinda facilidades a los anfitriones ya que una vez que estos obtienen una reservación se envía un sms gratis al móvil, lo que posibilita no estar conectado para conocer de las solicitudes que también se pueden controlar a través de una aplicación del sitio, fácil de manipular.
Otro factor que ha entorpecido la presencia de Airbnb en Cuba son las formas de pago entre la agencia y los anfitriones por medio de las transferencias bancarias, un sistema que tiene adeptos y detractores. Entre los primeros existe una mayoría que ha elegido las transferencias de dinero, pero no hacia los bancos de Cuba sino a cuentas de familiares en el extranjero; entre los segundos están los que, teniendo en cuenta el control estricto que establece el gobierno sobre los estados de cuenta de los ciudadanos, prefieren el pago en efectivo, directamente de la mano de los huéspedes, y los que descartan las transferencias bancarias por no contar con tarjeta de crédito o débito, ya que son pocos los cubanos que pueden obtener alguna.
A Jorge Luis, arrendador en Centro Habana, no le interesa que la agencia le envíe el dinero, porque prefiere que los turistas le paguen “al cash”, de la forma en que lo hacen sitios como MyCasaParticular.com. Y a Xiomara, anfitriona en Viñales, Pinar del Río, Airbnb le deposita el dinero en una cuenta en Italia. Por su parte Ignacio, de Centro Habana, tiene la cuenta de un familiar que vive en España.
Los modos que utiliza Airbnb para el pago a sus anfitriones incluyen el depósito directo a una cuenta, una transferencia bancaria internacional por Western Union, o por medio de las tarjetas Pay Pal o las de Payoneer. Sin embargo, las reservaciones a la firma se dificultan desde otros lugares fuera de los Estados Unidos; aunque se espera que, dentro de poco, entre en vigor una licencia para que todos los turistas, desde el lugar donde se encuentren, puedan hacer el pago a través de Airbnb.
La anfitriona Dánae Pis describe la manera “indirecta” en que se vinculó con Airbnb, aunque hubiera preferido establecer contacto con la compañía de una forma más personal: “Vinieron, tocaron el timbre (…) Eran cubanos (…) retrataron la casa, todo fue así, hasta ahora todo fluye bien. Me convienen los intermediarios porque yo no puedo ir hasta un parque a conectarme a internet; yo no tengo tiempo para eso, estoy sola. Ojalá que no existieran intermediarios para estar en contacto directo con las agencias”.

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