MADRID.- Con la muerte de Fidel Castro, los cubanos quedan huérfanos del que fue
su líder y patriarca, además de un icono para la izquierda militante de
todo el mundo; pero más allá del plano simbólico, la isla afronta ese
cambio sin contratiempos, bajo la tutela de Raúl, que tiene bien trazado
el rumbo a seguir.
Por ello, más que preguntarse qué pasará con Cuba
sin Fidel, la incógnita reside en quién heredará el testigo de la
octogenaria generación histórica de la Revolución a partir de 2018,
cuando Raúl Castro tiene previsto abandonar la presidencia del país sin
que haya un sustituto claro, en su mayoría familiares, que convenza a la
población.
La mayoría de las quinielas señalan como posible sucesor al único hijo varón de Raúl, Alejandro Castro Espín, responsable de los servicios de inteligencia y contrainteligencia cubanos. Este coronel de 51 años, ingeniero y máster en Relaciones Internacionales, es conocido como El Tuerto tras volver de la guerra de Angola sin un ojo, aunque no lo perdió en combate sino en un accidente en Luanda.
Alejandro se ha convertido en el asistente personal del presidente desde que su padre tomara el relevo a Fidel en 2006. Su presencia en actos políticos y visitas oficiales de Raúl Castro
se ha incrementado en los últimos años, lo que ha hecho que muchos
expertos le señalen como el primero en la sucesión. Alejandro estuvo
presente por ejemplo en la visita de Barack Obama del pasado marzo y dirigió personalmente las negociaciones con Vladimir Putin unos meses antes.
En segundo lugar está Mariela, la hermana de Alejandro, una de los descendientes de los Castro que ha alcanzado mayor proyección pública y mediática en los últimos años al frente del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) por sus reivindicaciones en favor de los derechos de la comunidad homosexual en un país
que llegó a crear campos de concentración para la población LGTBI en
los primeros años de la Revolución. Sin embargo, Mariela, que también es
diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular, nunca ha expresado
una aspiración mayor que seguir al frente del Cenesex.
Mención especial merece Raúl Guillermo Rodríguez Castro, el nieto favorito de Raúl, que a sus 31 años ha sido su guardaespaldas y asistente personal durante diez años.
Su padre es otro de los favoritos del régimen cubano. El exyerno de Fidel y exmarido de su hija Deborah, el poderoso general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas
también figura en las quinielas de la posible sucesión. López-Callejas
tiene entre sus manos el 70% del comercio minorista en Cuba como
presidente de Gaesa (Grupo de Administración de Empresas).
Fuera de la familia Castro las miradas se dirigen a varios funcionarios y militares como posibles sucesores. Uno de ellos es Miguel Díaz-Canel,
primer vicepresidente del Consejo de Estado. Destaca su meteórica
carrera paso a paso en el seno del Partido Comunista, convirtiéndose en
el primer civil nacido en la Revolución al frente del Gobierno de la
mano de Raúl Castro, lo que despertó el recelo de buena parte del
Ejército y sobre todo de viejos compañeros de armas de los hermanos
Castro.
Otro delfín del régimen es Bruno Rodríguez, ministro
de Exteriores y miembro del Buró Político del PCC. Durante siete años
ha ejercido una gran labor en el ámbito diplomático, destacando entre
sus logros el restablecimiento de relaciones con EEUU y un acercamiento a
la UE.
Pese a su peso político y su poder en el régimen cubano, muchos
expertos consideran que los civiles Miguel Díaz-Canel y Bruno Rodríguez
tendrán que enfrentarse a la resistencia del Ejército que no permitirá
que uno de ellos se convierta en el sucesor de Raúl. Y es que los militares siguen siendo considerados la única institución con poder real en la isla.
Por eso entre los posibles sucesores también se perfilan varios comandantes y generales fieles a Raúl Castro como son José Ramón Machado Ventura, número 2 del PCC; Leopoldo Cintra, Ministro de las Fuerzas Armadas; Álvaro López Miera, jefe del Estado Mayor o el comandante Ramiro Valdés.
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