Esta es una mañana de sábado extrañamente tranquila. Los barrios no
turísticos están extrañamente vacíos. No hay ancianos revendiendo
cigarros, gente haciendo la cola para el periódico, comadres hablando
en la esquina, niños correteando por la acera. Es como si hubiera un
acuerdo tácito de recogerse dentro de la casa hasta ver qué pasa.
La situación recuerda a lo sucedido al
otro día del anuncio el 31 de julio de 2006 de la enfermedad de Fidel
Castro. En aquella ocasión las calles mostraban menos afluencia de
público que normalmente y ahora parace que la cautela se repite.
Sol, calor, algunas nubes. La Habana del día después parece una ciudad
en pleno verano, si no fuera porque el almanaque dice noviembre.
Un comentario personal, la noticia ha cogido a muchos líderes
opositores de viaje en el extranjero. Entre ellos Berta Soler, G.
Rodiles, Manuel Cuesta, hasta Pedro Campos lo está viviendo desde
Miami...
Varios negocios por cuenta propia no han abierto sus puertas.
Entre los comentarios que más se escuchan están aquellos sobre una
prolongación y aumento de las dosis ideológicas de la televisión
oficial, que en las últimas semanas ya habían aumentado algunos grados.
En la TV transmiten unas declaraciones, previas, de Miguel Barnet que
asegura "Fidel es como la poesía, no tiene edad. Fidel no es un hombre,
es una idea".
La televisión nacional comienza a
transmitir entrevistas a jóvenes de voz quebrada, al borde del llanto,
cuando hablan de la muerte de Fidel Castro. Hay estudiantes de
relaciones internacionales que ahora mismo están "apoyando" el
homenaje al líder fallecido en las redes sociales.
En la entrada del Hotel Presidente, un taxista mostraba el teléfono a un compañero incrédulo: "No, mijo, eso es mentira". Un hombre enciende Radio Reloj, donde se emite la noticia, para zanjarlo.
Un chofer de la ruta 174 escucha a varios pasajeros
comentando el asunto y dice: "Caballeros, no se me pongan bravos, pero
aquí en mi guagua no se pongan a jugar con eso".
En
la medianoche del viernes La Habana parece ajena a la noticia. Los que
salen a esa hora de restaurantes y centros nocturnos se enteran por sus
teléfonos celulares.
Están poniendo un
documental con sus momentos menos loables...habla de "que sepan los
gusanos (...) que no se van a enfrentar con señoritos, se van a
enfrentar con hombres".
En los documentales que transmite la
televisión oficial para la ocasión se repite la presencia protagónica de
Estados Unidos: la obsesión de Fidel Castro.
"¿Esta vez es verdad?" La frase más repetida por vía telefónica junto a
la noticia del fallecimiento. "Ná, debe ser una bola", la primera
respuesta.
Retransmiten el mensaje de Raúl
Castro. En la televisión nacional, locutora vestida de negro y con
mirada perdida. Nerviosa y errática, comienza a leer las reacciones de
presidentes de América Latina ante la noticia.
Comentario muy extendido "Lo del Bastión fue el ensayo general del funeral".
Muchos emigrados cubanos han avisado a sus
familiares en Cuba, porque la noticia se transmitió en un horario de
poca audiencia televisiva.
En los barrios
más poblados de La Habana, mucha gente está pegada a la pantalla de los
televisores para ver la programación que llega por las antenas
parabólicas ilegales.
Los teléfonos empiezan a sonar...un eco de "ring ring" se escucha por todos lados.
El tráfico por la avenida Rancho
Boyeros que conduce al Consejo de Estado y la zona ministerial sigue
fluyendo, sin calles cerradas hasta el momento.
En el centro de La Habana solo se escuchaba el camión que acaba de pasar a recoger la basura.
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