LA HABANA.- Dentro del sector privado emergente, se encuentra una de las zonas
más dinámicas de la sociedad cubana. Desde una paladar que podría estar
en Wynwood por su estilizada decoración; un bar privado como el
Kingbar, en el que los jóvenes hacen cola para tomar mojitos a 3 CUC;
hasta el desarrollo de aplicaciones para móviles como IslaDentro–con
direcciones de restaurantes, talleres para arreglar celulares y otros
servicios–; existe un sector, si bien pequeño aún, que prospera gracias a
la apertura al trabajo por cuenta propia, se escribe en 'El Nuevo Herald'.
Pero incluso dentro de
ese mismo sector privado se nota la desigualdad que cada vez se hace más
evidente en Cuba. Mientras las paladares en el Vedado, Miramar y La
Habana Vieja florecen con el aumento del turismo, pequeños locales en el
populoso municipio de Centro Habana languidecen con antiguos talleres y
cafeterías estatales convertidos en “cooperativas”, para ser manejadas
por los antiguos empleados.
Es un “experimento” del Estado para intentar descentralizar su
economía pero no parece estar dando resultados. En una de estas
cafeterías-cooperativas en la calle Neptuno, un plato de arroz frito en
una ventanilla es el “gancho” para los clientes, pero pocos entran al
mugriento local, que no parece haber cambiado mucho con el traspaso del
mando.
Tampoco el decrépito taller donde Damián repara
“ventiladores, arroceras, ollas Reina, televisores, lavadoras y
zapatos”. El local lo renta la empresa que lo operaba anteriormente pero
los trabajadores actúan como cuentapropistas, explica.
“Sacamos lo que podemos. No tenemos almacenes para piezas y si no
tenemos almacenes, no podemos trabajar casi”. La mano de obra cuesta
entre 20 y 60 pesos cubanos (entre $1 y $3).
Todo el que tiene oportunidad de vender algo, rentar su casa, o
montar algún negocio privado lo ha intentado, incluso Rubén Díaz Daubar ,
quien se ha inventado en medio de Centro Habana una “Casa del Tango”,
pero imparte lecciones de salsa a turistas por 10 CUC. Con ese dinero
también mantiene talleres gratuitos para la comunidad.
Otros
profesionales han solicitado, sin éxito, permisos para hacer
“cooperativas” en sus áreas de especialización; hasta ahora el
cuentapropismo está casi cerrado a los universitarios.
Todavía la
mayoría de los negocios particulares son tan pequeños que no tienen un
mayor impacto en la economía del país, ni consiguen vencer la pobreza
que aún agobia a grandes sectores de la población, que subsisten de los
bajos salarios estatales y afrontan la subida de los precios del
transporte y los alimentos.
Para
el ojo estadounidense, “Cuba esta cambiando”, subraya un hombre de
negocios estadounidense en el aeropuerto de La Habana. Su compañía,
productora de pegatinas y souvenirs, lleva doce años intentando
construir una relación comercial con Cuba. “Mi compañía es grande,
podemos darnos el lujo de esperar, pero queremos ser los primeros en
estar ahí”, explica.
Muchos cubanos, no obstante, hablan de las
una y mil trabas que persisten en Cuba no solo para el desarrollo de la
empresa cubana, sino también para beneficiarse con la apertura propuesta
por Estados Unidos. La relación con empresas estadounidenses es aún una
decisión de Estado y los empleados estatales solo pueden esperar a que
se les de “el visto bueno” desde arriba para comenzar una relación
comercial con aquellas.
Incluso la prensa oficial ha informado de
la lenta implementación de los llamados “lineamientos” del Partido,
guías de la reforma económica, así como el retraso en el proceso de
“descentralización” de las decisiones en las empresas estatales, según
un reporte publicado este jueves por el diario Granma.
Desde
la misma prensa oficial y organizaciones de la sociedad civil más o
menos cercanas a la ideología del Partido Comunista, se ha desatado una
campaña para advertir del “peligro” que representa el Obama “bueno”, lo
que hace temer a muchos que el gobierno de Raúl Castro le ponga pausa a
las negociaciones con EEUU, sobre todo, cuando su hermano Fidel no ha
ocultado su desacuerdo con el proceso en su más reciente escrito, en el
que insiste que “no necesitamos que el imperio nos regale nada”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores, principal contraparte en las
negociaciones públicas con EEUU, parece refrendar esta última posición.
El canciller cubano Bruno Rodríguez calificó la “reflexión” de Fidel
Castro de “extraordinariamente oportuna” en una entrevista concedida en
Ecuador.
El próximo congreso del Partido, a celebrarse a mediados
de este mes, será un indicador importante de cuál postura prevalecerá y
de si el gobierno de Raúl Castro realmente apuesta a los cambios que
pide la población.
Sobre todo, habría que preguntarse si los jóvenes cubanos pueden darse el lujo de esperar
a que los cambios se reflejen en sus proyectos de vida individuales. El
2015 sentó récord en el influjo de cubanos a Estados Unidos –más de
40,000 llegaron sin visas– y el 2016 no parece ser distinto. Unos 10,000
cubanos entraron sin visa al país entre enero y febrero de este año,
según las cifras de la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras.
Varias opiniones recogidas por la Casa Blanca antes
del viaje, recomendaban que Obama hablara específicamente a los jóvenes
cubanos y les transmitiera una “esperanza de futuro” en su país. Obama
así lo hizo, en su discurso en el Gran Teatro de La Habana cuando pidió a
“la gente joven … mirar al futuro con esperanza” pues “los jóvenes de
Cuba … alzarán y construirán algo nuevo. El futuro de Cuba tiene que
estar en las manos del pueblo cubano”, afirmó.
El mensaje no se perdió entre los cubanos. “Obama es un rayo de
esperanza, de luz, para seguir avanzando y echar pa’lante”, comentó
Rolando Valdés Suárez, uno de los jóvenes camareros que lo atendió en el
paladar San Cristóbal, donde cenó con su familia el primer día de su
estancia en la isla.
Pero otros jóvenes quieren algo más que retórica.
Mientras
esperaba en las afueras de la embajada estadounidense, con la esperanza
de captar con su teléfono alguna imagen de Obama el martes 22 de marzo
en la mañana, la productora de la televisión cubana Adonais Fontes
Suárez, de 37 años, aseguró que “los jóvenes esperan ver el resultado de
las conversaciones” entre Estados Unidos y Cuba. Aunque señaló que “los
cambios políticos toman tiempo”, afirmó que los jóvenes quieren ver “el
resultado concreto” de estas negociaciones, “que no sean solo
palabras”.
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