Cuando debatíamos en el Congreso el acuerdo nuclear con Irán, la Casa
Blanca nos decía con poca sinceridad que la opción era entre apoyar el
producto deficiente de su negociación o ir a la guerra. La respuesta de
una mayoría bipartidista en el Congreso fue rechazar la guerra y también
el acuerdo y pedir un producto más robusto que eliminaría la amenaza
nuclear y crearía una situación de mayor estabilidad en el Medio
Oriente. Ahora en el debate sobre Cuba, la Casa Blanca y sus aliados
plantean otra opción falsa: apoyamos su política o castigamos al pueblo
de Cuba.
Lo primero que hay que aclarar es que los únicos
responsables por la miseria y el sufrimiento en Cuba son los hermanos
Castro. EEUU y su gobierno hasta hace poco han mantenido una política de
absoluta solidaridad con los cubanos, denunciando a la dictadura y
apoyando a sus principales víctimas, la oposición interna. También EEUU
ha sido la mayor fuente de ayuda humanitaria para los cubanos. Pero
evaluemos la nueva política del Presidente de acuerdo a los hechos, sus
logros y fracasos, dejando a un lado las pasiones.
Como
congresista de EEUU tengo que preguntar primero, ¿qué ha logrado esta
política a favor de los intereses nacionales de este país? La dictadura
aún mantiene una de las redes de espionaje más sofisticadas dentro de
EEUU con el fin de hacernos daño y de compartir inteligencia sensible
con los rusos, los chinos y los norcoreanos. Los fugitivos de la
justicia de EEUU siguen viviendo bien en Cuba, delincuentes que han
defraudado al Medicare, asesinos como la mujer que mató a un oficial de
la policía de Nueva Jersey y los pilotos que abatieron a los jóvenes de
Hermanos al Rescate, entre otros. Los Castro, quienes fueron los
arquitectos de la destrucción en Venezuela, siguen apoyando al régimen
criminal de Nicolás Maduro. Los venezolanos siguen sufriendo y la
Florida ha perdido miles de millones de dólares en actividad comercial
producto de la intervención cubana. Y poco se ha hablado del mayor hurto
de propiedad estadounidense en la historia de nuestro país. Lo poco que
se puede anotar EEUU es la liberación de un rehén, un agente de
inteligencia y la tardía devolución del misil Hellfire que
misteriosamente terminó en Cuba, algo que la Casa Blanca intentó
encubrir.
En cuanto al pueblo de Cuba, más de 51,000 han intentado
escaparse de la isla desde que el Presidente hizo el anuncio. Algunos
han muerto en el mar y en las selvas de Centroamérica, toda una crisis
migratoria. Hay más represión y menos cuentapropistas. Nadie olvidará
las imágenes del abuso contra las Damas de Blanco mientras el Presidente
volaba con toda su familia hacia la isla. Sin dudas el Presidente
ofreció un discurso encomiable en el segundo día de la visita. Apoyó el
pluralismo y pidió derechos humanos y elecciones libres. Fue mucho más
explícito que todos los pontífices y reconoció a la oposición. Esto se
le agradece.
Hay que llegar a la conclusión que hasta el momento
el que más se ha beneficiado en todo este proceso iniciado por la Casa
Blanca ha sido la dictadura cubana. EEUU y su pueblo han logrado poco
mientras mucho se le ha concedido al gobierno de Cuba. Entre ellos la
aceptación oficial de la dictadura cubana como un gobierno legítimo, una
inyección multimillonaria en sus arcas y la devolución de espías cuyas
manos siempre llevarán la mancha de la sangre de jóvenes ciudadanos de
EEUU.
En la comunidad cubanoamericana hay un debate entre aquellos
que apoyan la nueva política y los que nos oponemos. Yo me he reunido
con ambas partes para escuchar, aprender y debatir respetuosamente. No
para hacer pactos secretos como aseveró una perversa columna publicada
en estas páginas la semana pasada, repleta de mentiras, insinuaciones,
conjeturas, intrigas, chismes y alegaciones sin base. La intención fue
de dividir y de sembrar cizaña sin presentar evidencia y citando a una
fuente misteriosa sin cara y sin nombre que en nada acertó. La verdad es
que podemos discrepar sin descalificar y trabajar hacia un consenso
asumiendo que la gran mayoría de las personas desean lo mejor para los
pueblos de EEUU y Cuba. Mis puertas siempre estarán abiertas para todo
el que quiera conversar sobre este tema dentro del marco democrático y
con buenas intenciones.
Por el momento la política de concesiones
unilaterales ha arrojado pocos beneficios para este gran país que tan
generoso ha sido con los cubanos y migajas para nuestros hermanos en la
isla. Volviendo al ejemplo del acuerdo con Irán, lo que muchos
quisiéramos es una política que avance concretamente los intereses de
este nuestro país y que ayude al pueblo de Cuba sin legitimar y
fortalecer a sus opresores.
(*) Representante republicano por el distrito 26 de la Florida.
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